Franz
Cizek (1865-1946), profesor y pintor austriaco, pionero en el
desarrollo libre de la actividad artística espontánea en los niños,
utilizó el linóleo en sus clases como sustituto de la xilografía tradicional y colaboró a su conocimiento con
una importantísima labor tanto docente como de difusión de la nueva
técnica a nivel internacional. En
el linóleo había encontrado la sencillez del método y la facilidad de uso de los
materiales, al mismo tiempo que se podían unir mediante esta
técnica los conceptos de procedimiento industrial y de obra
artística. Cizek vio claramente las posibilidades docentes de una
producción seriada y la importancia pedagógica de las variaciones
dentro de una serialización. Por añadidura, la unión probable y
nada compleja de texto y dibujo, del linóleo como procedimiento de
ilustración para la creación de proyectos gráficos como pequeñas
ediciones de cuentos o libros perfilaban todos los posibles
atractivos. Sus clases en Berlín a principios del siglo XX, para niños entre cinco y catorce años,
fueron apoyadas por sus famosos amigos vieneses Otto Wagner (1841-1918) y Gustav Klimt (1862-1918), reconocidos artistas de la modernista Secesión vienesa, y la expansión de esta obra hacia Alemania y Francia tiene su primer referente en la labor de los artistas alemanes de Die Brücke,
que
comenzaron a utilizar la nueva técnica asiduamente en sus trabajos a
partir de 1905, aunque en un principio seguían denominándola como
xilografía; los linograbados más tempranos se deben a Erich Heckel
(1883-1970), en 1903; el fundador del otro relevante grupo artistico alemán
de la época, Der Blaue Reiter, Wasily Kandinsky
(1866-1944), también practicó el nuevo arte. La aventura de Cizek y de su aventajada discípula Erika Giovanna Klein (1900-1957) , su apasionante quehacer, lo podemos seguir en un no menos apasionante relato de Rob Meredith.
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